ORD_ Que el pueblo no se deje engañar: la ultraderecha y la oligarquía no trae soluciones. En cada esquina del país, en cada barrio popular, en cada vereda olvidada por los gobiernos de siempre, hoy se está sintiendo el eco de una verdad poderosa: el Gobierno del Cambio está invirtiendo como nunca antes en el bienestar del pueblo. Y no lo decimos por consigna, lo decimos con cifras, con obras, con compromisos cumplidos.
Hoy hay colegios nuevos, hospitales rurales, carreteras terciarias, acueductos que por fin llevan agua potable, energías limpias que iluminan los rincones más oscuros del país, y programas de salud preventiva que se meten hasta las casas más humildes. Pero paradójicamente, mientras todo esto ocurre, hay una maquinaria peligrosa que se dedica a ocultar, tergiversar y apropiarse del esfuerzo de este gobierno popular.
Me refiero a la ultraderecha y oligarquía territorial, a los oportunistas de siempre, a esos políticos que jamás hicieron nada cuando tuvieron el poder y que ahora, cuando el cambio avanza, se disfrazan de gestores y salvadores. Reciben los recursos enviados por el Gobierno Nacional, pero no le cuentan al pueblo de dónde vienen. Les cambian el nombre, los reetiquetan, se toman la foto cortando la cinta de una obra que no gestionaron, y encima usan esos logros para atacar al mismo gobierno que los hizo posibles.
¿Y por qué lo hacen? Porque saben que el pueblo cuando reconoce quién lo defiende, no vuelve a votar por sus verdugos. Porque si la gente se entera que fue Petro y su gobierno quienes pusieron el 70% de la inversión en esa carretera, en ese hospital o en esa escuela, se les cae el castillo de mentiras. La vieja política vive del engaño, del olvido, del clientelismo. No saben gobernar sin mentirle a la gente.
Por eso es clave que la, ciudadanía, no se deje confundir. No creas en esos politiqueros que hoy se hacen los amigos del pueblo, pero ayer votaban contra la educación pública, contra los campesinos, contra las mujeres, contra los indígenas, contra el salario digno. No creas en los que dicen que “esto lo hicimos nosotros” cuando fue el gobierno del cambio el que giró los recursos, diseñó el proyecto, y presionó su cumplimiento.
Mira a tu alrededor y pregúntate: ¿cuándo antes el Estado había llegado con tanto compromiso a tu comunidad? ¿Cuándo antes se hablaba de salud preventiva, seguridad alimentaria familiar, o justicia territorial? Nunca. Porque antes el pueblo solo servía para votar, pero nunca para decidir ni para vivir con dignidad.
Hoy, en cambio, tenemos un presidente que camina con la gente, que escucha, que se compromete y cumple. Y claro, hay tropiezos, hay errores, porque transformar un país saqueado por décadas no se hace de la noche a la mañana. Pero nadie puede negar que se está sembrando una nueva Colombia, una donde la política no sea privilegio, sino servicio.
Por eso debemos defender lo que es nuestro. Cada obra, cada escuela, cada puesto de salud, cada proyecto de energía solar o paquete alimentario que llega a nuestras comunidades es una victoria del pueblo y para el pueblo. Y hay que decirlo con fuerza: el cambio no lo trajo la ultraderecha ni los oportunistas. Lo trajo el pueblo que despertó y eligió un gobierno diferente.
No dejemos que nos roben también la esperanza. No dejemos que disfracen con camisas nuevas las manos manchadas de los que siempre nos negaron el pan y la dignidad. El pueblo no es tonto, y hoy más que nunca, el pueblo sabe quién camina con él y quién solo lo usa para escalar.
Que no nos engañen más. Que no nos vuelvan a usar.
El cambio ya empezó. Y depende de todos y todas seguir caminándolo.