Las circunstancias por las cuales se abrió un diálogo político entre la insurgencia de las FARC-EP y el gobierno nacional, le permitió al país abrigar la posibilidad de reconciliar un conflicto de un cuarto de siglo.

El primer gran acuerdo político al que llegaron los negociadores de la paz, sentados desde 1984 en la Uribe, Meta, fue la de abrir la posibilidad para la creación de un movimiento político nuevo que le permitiera a la insurgencia hacer política legalmente con garantías y con la intensión de acceder a cargos de elección popular y hasta gobernar.

De allí surge la Unión Patriótica como movimiento político que incursionaría en las plazas públicas en la idea de consolidar, una apuesta política nueva, diferenciándose de las fuerzas políticas tradicionales, defendiendo principalmente los acuerdos de paz a los que venían dando a cuenta gotas entre las FARC y el gobierno del presidente Belisario Betancur, y convertirse en la fuerza política que materializara la apertura democrática en un país cuya estrechez política no permitía otro visión sobre el manejo del Estado.

La posibilidad de obtener un triunfo electoral y ocupar curules en el Congreso de la República, fue la primera aspiración del muevo movimiento político cuya plataforma programática era la de reivindicar todas las luchas sociales, haciéndolas suyas como parte de la estrategia de crecimiento que podría tener un nuevo actor político en el país.

La correlación de fuerzas políticas en favor del diálogo permitiría que la expectativa por el nacimiento de la Unión Patriótica, creciera y se sumaran a él fuerza políticas que no estaban en el espectro inicial. No solo el Partido Comunista Colombiano y las FARC-EP eran el primer musculo político de la naciente agrupación, fuerzas conservadoras y liberales disidentes, figuras políticas locales con respaldo popular se vincularon a la Unión Patriótica. Se entendió que las conquistas sociales se podrían defender y las resistencias o las luchas cotidianas por calidad de vida de los colombianos, se podrían disputar de una manera cualificada con representación política en las elecciones regionales y nacionales, mediante esa colectividad.

Desde marzo de 1985 la Unión Patriótica se preparaba actos de lanzamiento del movimiento en todo el país. La explosión de candidaturas y de afiliaciones pone a la insurgencia en una tarea exclusiva en lo político y delega a sus cuadros más representativos para ir a las ciudades capitales de departamentos y a poblados urbanos a trabajar por una campaña electoral sin precedentes. Al tiempo que, en la Uribe, Meta se sigue acordando los puntos relacionados a la reforma agraria integral, la tregua bilateral y al cambio de la política del Estado en función de las necesidades de las mayorías del pueblo colombiano. La Unión Patriótica empezaba a sonar con mayor fuerza entre los colombianos, pero en especial en los territorios apartados.

Todo tipo de manifestaciones políticas, reuniones abiertas, diseño de estrategias para cautivar los votos de la población ocuparon los primeros meses de agenda política y social del naciente movimiento político. Las políticas de recortes salariales, precios injustos de la canasta básica y los asomos de la economía de mercado dictada desde los Estados Unidos, hacían que el ambiente de conflictividad social estuviera sobre la mesa.

Con la promesa de gobernar para el interés de las mayorías excluidas la Unión Patriótica, pudo superar la expectativa de un nuevo movimiento político a convertirse en una realidad y obtener un significativo apoyo electoral. En las elecciones del año 1986 se disputan consejos y diputaciones. La Unión Patriótica alcanza la cifra, no menor de 300 mil votos y consigue 19 diputados y 286 concejales y una bancada de parlamentarios.

Esa colectividad da el primer paso de la apertura democrática del país y le refleja para la izquierda una latente aspiración de ser poder local. Aunque para las otras colectividades: Partido Liberal y Partido Conservador, los resultados no son desalentadores, pero si prenden las alarmas. No dejo de ser un hecho histórico que se le arrebaten a la tradición política curules locales por el nuevo partido de color verde y amarillo.

Ya la disputa política no es por participar sino por imponer las reformas sociales necesarias para ajustar los acuerdos de paz a la realidad del país. Para eso se apoya la fuerza de concejales y diputados con el trabajo parlamentario que se venía adelantando con los candidatos elegidos que conforman la bancada de la Unión Patriótica. Una versión más de la apertura democrática.

 

ACUERDO POLÍTICO CH-UP