Editorial_ La gran estafa de las EPS: 30 años de saqueo al sistema de salud. Durante tres décadas, las EPS han perpetrado un sistemático robo a la salud de los colombianos. Estos intermediarios privados, diseñados supuestamente para garantizar el derecho a la salud, se han convertido en máquinas de enriquecimiento a costa del sufrimiento de pacientes y del colapso de hospitales públicos. Mientras recibían billones de pesos en transferencias del Estado, desviaban los recursos, dejando sin medicamentos ni atención adecuada a millones de ciudadanos.
La actual crisis de desabastecimiento no es un hecho aislado, sino parte de un patrón recurrente: ya ocurrió en 2008, 2013 y 2018. La diferencia ahora radica en que el gobierno ha dejado claro que no usará más dinero público para cubrir los huecos dejados por la corrupción de estas empresas. Según cálculos oficiales, en los últimos años se han perdido al menos 32 billones de pesos que nunca llegaron a los servicios de salud, sino que engrosaron las fortunas de unos pocos empresarios.
Mientras las EPS acumulan deudas millonarias con clínicas y hospitales, sus matrices empresariales reportan jugosas utilidades. Esta contradicción revela el verdadero modelo de negocio: maximizar ganancias mediante el no pago a prestadores y la restricción de servicios a los afiliados. El resultado es evidente: pacientes que mueren esperando tratamientos, médicos sin insumos para trabajar y centros médicos al borde de la quiebra.
Ante este escándalo de corrupción sistémica, surge una pregunta inevitable: ¿hasta cuándo se permitirá que unos pocos empresarios sigan lucrándose con el dolor ajeno? La ciudadanía exige respuestas y acciones concretas para desmantelar este modelo perverso que ha convertido un derecho fundamental en un negocio privado. La reforma al sistema de salud ya no es una opción, sino una necesidad urgente para salvar vidas.
16/7/25