ORD_ Cada 20 de julio, durante décadas, nos enseñaron a aplaudir discursos vacíos, a marchar entre banderas sin contenido, a conmemorar una independencia que nunca fue para el pueblo. Celebrábamos la libertad mientras seguíamos encadenados al hambre, a la desigualdad, al olvido. Pero este 20 de julio, el presidente Gustavo Petro nos invitó a algo distinto: a gritar con esperanza y con verdad, a mirar lo que se ha logrado en solo tres años, lo que la oligarquía no pudo ni quiso hacer en dos siglos.
Porque este gobierno, mal que le pese a los que han vivido del poder, sí ha cambiado la historia de Colombia. No es cuento. No es retórica. No es populismo. Son hechos. Son cifras. Son decisiones valientes.
Un grito que volvió a ser del pueblo
Petro nos recordó que el grito de independencia no fue de palacio, fue de campesinos y artesanos. Y hoy, ese grito vuelve a ser nuestro. Porque ya no gritamos por odio entre hermanos, sino por la unidad de un país que quiere justicia social y libertad real. Por eso habló de construir una nueva Gran Colombia, una donde nadie se arrodille ante nadie, donde los jóvenes no partan encadenados en aviones, donde las cadenas sean cosa del pasado.
Logros que duelen a los poderosos
La oligarquía que se acostumbró a que el pueblo obedeciera en silencio no soporta que por primera vez un presidente hable claro, actúe y transforme. Por eso lo atacan. Porque no se arrodilla. Porque no les sirve.
¿Y qué ha hecho este gobierno en solo tres años?
Compró más de 400.000 hectáreas para campesinos, cuando Santos apenas compró 8.000 y Duque 1.000.
Subió el salario mínimo real, más allá de la inflación. Creció el consumo, creció la economía.
Incautó 2.366 toneladas de cocaína, un 62% más que el gobierno anterior, pero sin atacar al campesino pobre: se abrazó con él y se fue por los capos.
Le subió el sueldo a la Policía un 10% anual, el mayor aumento en 15 años. 54.000 ascensos y más de 14.000 nuevos uniformados, 36% mujeres.
Reactivó el turismo, que ya genera más divisas que el carbón.
Y lo más importante: convirtió a la gente en prioridad.
¿Por qué no nos contaban esto antes?
Porque no les conviene. Los medios de siempre callan o tergiversan, se centran en chismes, en titulares manipulados, pero jamás te mostrarán la foto completa. No les gusta que la gente piense, que la gente compare, que la gente despierte. Por eso Petro lo dijo con firmeza: esto no lo van a ver en la prensa, por eso lo digo yo.
Y lo dice porque tiene con qué. Porque lo que los gobiernos anteriores prometieron durante décadas, este lo está cumpliendo en apenas tres años, y con bloqueos del Congreso, con ataques de las cortes, con mentiras mediáticas y sin mayorías parlamentarias.
Lo que falta no es excusa, es desafío
Petro no dijo que todo está hecho. Dijo que falta. Y lo dijo sin miedo. Porque el cambio no es un milagro: es una lucha diaria. Pero al menos ahora sí estamos caminando. Antes nos tenían parados en la misma miseria de siempre, esperando que «algo cambiara», mientras unos pocos se enriquecían a costa de todos.
Hoy, aunque falta, ya empezamos. Se abrió la puerta de la dignidad. Ahora el pueblo tiene que decidir si la cerramos de nuevo o la abrimos por completo.
El grito es ahora o nunca
Este 20 de julio no fue una fiesta vacía. Fue un acto de memoria, de rebeldía y de esperanza. El presidente gritó con cifras, con argumentos, con corazón. Y nos invita a hacer lo mismo.
No nos dejemos engañar. No permitamos que los mismos de siempre nos arrebaten otra vez el futuro. Este gobierno, con todas sus dificultades, es el primero en mucho tiempo que nos mira a los ojos, que no nos usa, que nos quiere libres.
El grito del cambio no puede ser silenciado. El pueblo lo inició, y solo el pueblo lo puede sostener.