Aída Avella_ La ley de financiamiento, presentada por el Ministerio de Hacienda a las Comisiones Económicas del Congreso, es la herramienta que permitirá garantizar los recursos para que este Gobierno cumpla con la palabra empeñada a los más humildes. Hablamos de pensiones para los adultos mayores, tres comidas y salarios justos para soldados —hijos de campesinos pobres— recursos para cuidar la salud del pueblo y saldar las deudas heredadas de gobiernos anteriores que hipotecaron el futuro de la nación. El financiamiento es principalmente apoyo para el gobierno que termina y también para el que iniciará en 2026.
Esta ley no grava a la economía popular, como quieren hacer creer sus opositores de la radio y prensa. El recaudo se dirige a quienes más tienen: patrimonios superiores a 1.900 millones de pesos, ingresos mensuales por encima de los 250 millones y grandes empresas que se han beneficiado sin aportar lo justo. Plataformas de televisión por suscripción que han explotado el espectro público sin tributar lo suficiente tendrán que empezar a responder. Los impuestos saludables, además, no son un castigo: salvan vidas y generan bienestar colectivo.
El impacto de esta reforma se verá en las casas de los más pobres. Un contrato de un médico, una enfermera o un especialista en salud para llevar a los pueblos de la Colombia profunda atención en salud, no es burocracia, es justicia social. Millones de adultos mayores recibirán por primera vez un ingreso estable que les dará dignidad y tranquilidad. Nuestros soldados y policías, que antes sobrevivían con salarios de hambre, hoy cuentan con un millón de pesos que comparten con sus familias, e increíblemente comen tres veces, antes no. En salud, médicos, enfermeras y especialistas llegan a municipios donde nunca hubo atención pública, acercando a la gente un derecho fundamental.
Los ricos de Colombia están bravos porque antes invitábamos a marchar contra las reformas tributarias que afectaban al pueblo; ahora quieren que marchemos porque a los ricos les toca pagar lo justo, como en cualquier país del mundo, una vez que otra.
El país avanza en materia económica: el desempleo de agosto es el más bajo en la historia de Colombia, es un buen indicador. Demuestra que, contrario a las noticias falsas sobre el desempeño económico, con que la gente tenga empleo y reciba un salario mínimo digno, la economía se mueve y el país progresa, aunque no le guste a los ricos. Desde las Comisiones económicas le reconocemos al Presidente Petro su acertada conducción macroeconómica, a pesar acciones y omisiones de otros ministros de esa cartera, que contrario de pensar en el bienestar sociales, priorizaron garantizar los privilegios de unos pocos.