Prensa UP_ Visitamos el Tolima este fin de semana y escuchamos las voces de la ciudadanía en Ibagué. La ciudad con más acueductos comunitarios en todo el continente hoy padece sed: una infraestructura en ruinas, la ausencia de una política seria sobre el agua y la indolencia de una clase política que ha gobernado sin soluciones durante años. El agua, derecho fundamental, se administra con negligencia y con desprecio por la vida.

La crisis se profundiza con la ampliación de licencias mineras que amenazan directamente las fuentes que abastecen la ciudad. Como en tantas regiones de Colombia, la minería no significa desarrollo: destruye el agua, arrasa con los ecosistemas y pone en riesgo la producción de alimentos. Es un modelo de muerte, no de progreso.

A esto se suma la indignación de las familias por el Programa de Alimentación Escolar. Madres y padres denuncian que las raciones que reciben sus hijos carecen de nutrientes y no garantizan el derecho a una alimentación digna. Además, los contratistas compran productos fuera del Tolima —un departamento productor de alimentos—, lo que resulta inexplicable y genera un sinnúmero de irregularidades que afectan la salud y el bienestar de los niños.

Lo más grave: mientras el Gobierno Nacional destinó más de 60 mil millones de pesos para garantizar el PAE y la Alcaldía prometió completar los recursos, hoy los niños siguen sin comida suficiente. ¿Dónde están los recursos locales? ¿Quién responde? Está en juego la alimentación y el futuro de miles de niñas y niños.

También visitamos la ciudad de Neiva, donde es urgente resolver la crisis de infraestructura educativa. En la capital del Huila existen 36 instituciones educativas con 171 sedes rurales que presentan un deterioro del 42%, y en la zona urbana del 27%. Una de cada tres instalaciones requiere intervención inmediata. El Ministerio de Educación, en cabeza de Daniel Rojas Medellín, acaba de destinar cerca de 16 mil millones de pesos para el emblemático Colegio Nacional Santa Librada, que este año cumple 180 años de servicio. Sin embargo, en colegios como el Atanasio Girardot los estudiantes todavía deben comer en el suelo y soportan una jornada única que lleva más de dos años sin resolverse.

Trabajadoras de servicios de la educación también denunciaron las cargas laborales excesivas que enfrentan por la falta de personal para cumplir con tareas básicas de limpieza y logística en los colegios.

Le solicitamos a las autoridades locales abrir espacios políticos y administrativos para escuchar a los sectores de trabajadores y sindicatos de la región, que buscan soluciones urgentes a las necesidades de los servidores públicos de la ciudad.