En el contexto de una América Latina cada vez más rebelde ante el proyecto neoliberal y a un año del mal gobierno de Iván Duque, la fracción política más reaccionaria del país, el llamado Uribismo, sufre una derrota significativa en las elecciones del domingo 27 de octubre. Los resultados de otras fracciones del poder tradicional, especialmente del Partido Liberal, Conservador, Cambio Radical, y demás protagonistas redomados de prácticas corruptas, que siguen influyendo, muy especialmente en las regiones más apartadas y en la manipulación electoral de las necesidades básicas de sectores humildes del país, no opacan la derrota de los enemigos de la paz y el avance mayoritario, aunque disperso, de las fuerzas favorables a la consolidación del proceso de solución política.

La ausencia de garantías políticas persiste, en una campaña electoral marcada por el exterminio de líderes locales, ex combatientes, candidatas/os, que incluye amenazas y atentados contra sedes, así como la permanencia de irregularidades en el proceso de inscripciones, pre conteo, trasteo de votantes y escrutinios reiterativamente caótico y funcional a diversas formas de fraude y corrupción.

Pese a esto, en varias de los principales departamentos y ciudades del país, la ciudadanía se manifestó en contravía de los intereses de las grandes maquinarias y eligió a voceros de movimientos y partidos no tradicionales en Concejos, Juntas Administradoras Locales, Gobernaciones, Asambleas y Alcaldías.

Los lugares donde se obtuvieron los principales resultados, a pesar de las adversidades, tuvieron como denominador común la articulación a la lucha electoral de liderazgos y procesos socio políticos capaces no solo de juntar organizaciones y candidatos, también de construir propuestas de programa con las comunidades resaltando la lucha por la defensa del Acuerdo de paz, del territorio, el patrimonio público, el empleo digno, los derechos ambientales, los Planes de desarrollo con enfoque territorial PDETS, el desmonte del ESMAD, la educación y la salud pública, la lucha contra la corrupción, entre otras reivindicaciones populares. La alianza Colombia Humana – Unión Patriótica dio sus frutos.

A pesar de las adversidades más de 600 mil votos en todo el país logran sembrar la semilla de una convergencia unitaria desde la izquierda, núcleo dinámico de coaliciones o adhesiones que se refleja en la elección de por lo menos, con la información disponible hasta el momento, cinco (5) gobernaciones, nueve (9) alcaldías, diputados en diez (10) asambleas, (67) concejales y más de cien (100) Ediles a lo largo y ancho del país. Contra muchos pronósticos, grandes limitaciones económicas, y campañas adversas las candidaturas de la CH-UP- MAIS en Bogotá obtienen en la capital 440 mil votos a la Alcaldía, 180 mil al Concejo y 280 mil a las JAL que eligen 27 ediles de la convergencia, reafirmando una fuerza política con base y representación propia que difícilmente puede ser desconocida.

La Unión Patriótica, con el apoyo decisivo del PC y la JUCO, logra articular a la vocería política en el Senado de Aída Avella, ahora una bancada de concejales y diputados, que en la capital representa la joven concejal Heidi Sánchez y 11 Ediles. Aun así, con estos avances alentadores hay que reconocer que en otros lugares no fue posible construir acuerdos unitarios con soporte de masas y votantes, por dificultades y conflictos, que vale la pena evaluar con sentido crítico y constructivo. El triunfo de Claudia López, la primera mujer elegida por voto popular Alcaldesa en la Capital de la República no se puede desconocer. Con independencia y la visión de Ciudad democrática habrá que construir relaciones con base en el diálogo, el reconocimiento y el respeto mutuo, sin negar las identidades y diferencias programáticas y la discusión pública del nuevo plan de desarrollo. En ello, temas estratégicos como la defensa y el impulso al acuerdo de paz, la política de seguridad, movilidad, incluyendo las denuncias contra el proceso de licitación del metro elevado y la necesidad del metro subterráneo, la educación pública, la política laboral, el ordenamiento territorial, entre otros temas, será lo fundamental. Hay que felicitar a todas/os las/os candidatas/os, activistas, simpatizantes, sufragantes y elegidas/os de la UP, PCC, de la JUCO, de las mujeres, a las/os aliadas/os de Colombia Humana y otras expresiones por esta experiencia exitosa del actuar en común.

Hacia adelante proponemos aprovechar el momento para contribuir a fortalecer la organización en sintonía de un proceso de convergencia y unidad entre las diversas expresiones sociales y políticas de izquierda y progresistas del país. Especial atención merecen los procesos de educación política que contribuyan a la cualificación de los liderazgos populares, y en lo inmediato, la realización de escuelas de gobierno para ligar los logros electorales y sus vocerías a la defensa de los derechos y prácticas políticas no tradicionales. Unidos en las resistencias y las luchas sociales contra el neoliberalismo y en la movilización popular contra el despojo que implica el “paquetazo” Duque-FMI; en la defensa de la vida, el acuerdo de paz, la verdad, la justicia, las libertades, la naturaleza, la perspectiva cierta de mayores avances en las representaciones políticas y un nuevo gobierno democrático para la paz en el 2022 es posible.