El Papa Francisco, en su encuentro con los movimientos populares el 20 de septiembre de 2024, subrayó la relevancia de estos colectivos como motores del cambio social. Al recordar su primer encuentro diez años atrás, el Pontífice reafirmó la lucha por «Tierra, Techo y Trabajo» como derechos sagrados e inalienables. Pidió a los participantes no dejarse arrebatar la esperanza ni los sueños, destacando que la misión de los movimientos populares es trascendente, ya que su persistencia y organización frente a las estructuras de injusticia traerán un cambio positivo.
Francisco hizo un llamado a no criminalizar la protesta social, aclarando que las manifestaciones populares no son actos de violencia, sino una respuesta legítima a las desigualdades. El Papa elogió el trabajo de base que realizan estos movimientos, a menudo desde condiciones precarias y sin el apoyo del Estado. Subrayó que las acciones de estos colectivos no solo buscan mejorar sus propias condiciones, sino que representan un esfuerzo por el futuro de toda la humanidad.
El Papa destacó que la inequidad es la raíz de los males sociales y que la lucha por la justicia social no es una ideología, sino un mandato central del Evangelio. Con firmeza, afirmó que «esto no es comunismo, es Evangelio puro», aclarando que Jesús colocó a los pobres en el centro de su misión, y esto es innegociable para cualquier cristiano. Reafirmó que defender los derechos de los más necesitados es un compromiso inherente a la fe cristiana.
Francisco también ensalzó la capacidad de los movimientos populares para actuar desde lo concreto, sin caer en discursos ideológicos vacíos. Elogió su habilidad para avanzar «paso a paso sobre la tierra firme de lo concreto», trabajando directamente con las personas y creando comunidad. A pesar de las dificultades y la falta de recursos, su labor es esencial para promover una sociedad más justa y equitativa.
Finalmente, el Pontífice instó a los movimientos a continuar su lucha con perseverancia y esperanza. Les pidió que mantuvieran viva la convicción de que, a través de la organización y la acción comunitaria, es posible transformar las estructuras de opresión. Concluyó recordando que su esfuerzo no solo es válido, sino indispensable para construir un futuro más humano y solidario. El pasado 14 de septiembre, en Colombia, más de 8 mil dirigentes sociales de diversas organizaciones históricamente comprometidas con la lucha social se reunieron para respaldar al gobierno del cambio, sus reformas sociales y abogar por la paz en cada uno de los territorios del país. Esta masiva movilización es una clara manifestación del derecho legítimo a protestar y a organizarse, tal como lo señala el Papa Francisco en su encuentro con los movimientos populares.