La historia de la Unión Patriótica (UP) en Colombia está marcada por la violencia, la resistencia y la lucha incansable por la justicia social. En este escenario, las mujeres han desempeñado un papel fundamental, no solo como víctimas de la represión, sino como protagonistas de un proceso de transformación política y social. Desde una perspectiva de izquierda, su lucha se inscribe en una tradición de resistencia popular contra la opresión del Estado, el paramilitarismo y el sistema capitalista que ha perpetuado la exclusión y la violencia estructural en el país.

La UP: Un proyecto de cambio truncado por el genocidio

La Unión Patriótica nació en 1985 como una alternativa política legal surgida del proceso de paz entre el gobierno de Belisario Betancur y las FARC-EP. La idea era construir un movimiento amplio que representara las aspiraciones de las clases populares, campesinos, obreros, indígenas y mujeres. Sin embargo, su éxito electoral y su mensaje de transformación social desataron una brutal persecución por parte de sectores del Estado, el paramilitarismo y las élites económicas. Se estima que más de 6.000 militantes de la UP fueron asesinados en un genocidio político que intentó borrar del mapa a una organización que encarnaba las esperanzas de cambio.

En este contexto de exterminio, las mujeres de la UP no solo fueron víctimas, sino también sujetas activas de resistencia. Muchas de ellas, lideresas sociales, sindicalistas, defensoras de derechos humanos y militantes de base, enfrentaron la represión con dignidad y valentía.

¿Por qué luchan las mujeres de la UP?

1. Por la memoria y la justicia
Las mujeres de la UP han sido clave en la denuncia del genocidio político y en la lucha por la memoria histórica. Madres, hijas y compañeras de los asesinados han exigido justicia y han impulsado procesos de reparación integral. Su labor ha sido crucial en espacios como la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y la Comisión de la Verdad, donde han documentado las violencias de género sufridas durante la persecución política.

2. Por los derechos de las mujeres y la equidad de género
Desde la UP, muchas mujeres han reivindicado la lucha feminista como parte de la lucha por el socialismo y la transformación estructural de la sociedad. Han denunciado la doble opresión que enfrentan: por ser mujeres en una sociedad patriarcal y por ser militantes de izquierda en un país donde la violencia política es sistemática. La reivindicación de los derechos reproductivos, la participación política y la lucha contra la violencia de género han sido ejes centrales de su agenda.

3. Por la paz con justicia social
Las mujeres de la UP han sido defensoras históricas de la paz negociada y de la necesidad de abordar las causas estructurales del conflicto. Han impulsado diálogos y movilizaciones por la implementación de los acuerdos de paz y han denunciado la continuidad del exterminio político contra líderes sociales y excombatientes. Para ellas, la paz no es solo el silencio de los fusiles, sino el acceso a tierras, educación, salud y derechos básicos para las comunidades excluidas.

4. Por el socialismo y la transformación del modelo económico
La lucha de la UP y de sus mujeres es, en esencia, una lucha contra el capitalismo que ha precarizado la vida de los sectores populares. Han sido militantes activas en procesos sindicales, campesinos y comunitarios que buscan construir alternativas económicas basadas en la justicia social, la redistribución de la riqueza y el respeto por el territorio.

Conclusión: Resistir para vencer

A pesar de la violencia y el intento de aniquilación, las mujeres de la UP siguen en pie. Su lucha no es solo por recordar a quienes fueron asesinados, sino por continuar con el proyecto de cambio que intentaron borrar a sangre y fuego. En un país donde ser de izquierda sigue siendo un riesgo, ellas nos recuerdan que la resistencia es un acto de esperanza y que, a pesar de todo, la lucha por la justicia y la dignidad no se detiene.

La historia de las mujeres de la UP es un testimonio de coraje, pero también una invitación a seguir luchando por un país distinto, donde la participación política no sea castigada con la muerte y donde la igualdad y la justicia sean más que palabras.