Jorge Gómez
Desde nuestra perspectiva ideológica, entendemos el concepto de partido político como un colectivo que defiende unos intereses de clase. Por ende, se diferencia de otras organizaciones por sus relaciones frente al poder. En teoría, un partido político debe estar conformado por una ideología, una identidad política y unas formas organizativas concretas. Así, se debe tomar distancia de la postura que considera los partidos políticos limitados estrictamente a su personería jurídica.
Actualmente, en la política colombiana y en su legislación electoral, se ha aceptado la premisa de que los partidos son solamente una personería jurídica, que se consigue por medio del cumplimiento de unos requisitos administrativos y, de esta manera, entran a formar parte de la contienda electoral. Sin embargo, sabemos que, en la práctica, existen partidos políticos que no tienen esta figura, así como existen personerías jurídicas sin partidos.
Hasta el momento, en Colombia, hay partidos tradicionales como el Conservador y el Liberal, algunos de reivindicaciones identitarias como el MAIS, otros de carácter confesional como el MIRA y Colombia Justa Libres, y otros partidos defensores de los intereses concretos de ciertos sectores de la sociedad que ejercen el poder. Finalmente, se encuentra el caso de la coordinación de plataformas política como el Pacto Histórico.
Algunas características de estas organizaciones son sus grandes limitaciones ideológicas, sus débiles elaboraciones políticas y sus estructuras organizativas pequeñas, cuentan con estatutos que solamente buscan cumplir los requerimientos de ley. En medio de este panorama, el Pacto Histórico logró llegar a la presidencia de la República por medio de una política de unidad de frente amplio, lo cual permitió, posteriormente, diseñar el Plan Nacional de Desarrollo.
Aún se debe avanzar en la reforma política, pero, para lograr este objetivo, tanto los demócratas como los revolucionarios debemos avanzar en la profundización de la unidad para estar a la altura de los retos que el contexto histórico nos impone. Es una tarea de primer orden apoyar, defender y ampliar los alcances de este proceso, no sin antes asumir críticamente los errores que ponen en entredicho los compromisos programáticos.
Somos conscientes de que se está ejecutando un golpe blando que pretende desarticular el movimiento social comprometido con el proyecto del Gobierno del Cambio. Así que este momento nos exige concretar la unidad y diseñar la ruta jurídica que, en el marco de las condiciones constitucionales, nos permita prolongar esta etapa de apertura democrática y realizar las transformaciones estructurales que el país necesita para materializar una sociedad en paz y con justicia social.
Estas reflexiones surgen de las conclusiones organizativas de los últimos congresos del Partido Comunista Colombiano y la Juventud Comunista Colombiana y, especialmente, de las tareas del fortalecimiento organizativo a partir del desarrollo de los principios y los estatutos que orientan el quehacer partidario en el marco de las nuevas condiciones legales.