En la tarde de ayer falleció en Bogotá el compañero Roberto Romero Ospina, veterano periodista que durante muchos años acompaño la redacción del Semanario Voz, y registró con su pluma crítica el acontecer nacional y mundial.

Roberto acostumbraba a compartirnos cotidianamente sus opiniones con franqueza y fraternidad. Nunca perdió su curiosidad periodística ni su condición de sujeto político.

Como muchos otros militantes de toda la vida, creció y vivió con intensidad sus ideales revolucionarios. No se tragaba sus opiniones, era polémico; una virtud que aunque sentí incomodaba a algunos, lo hacía brillar con luz propia. No importaba si se estaba o no de acuerdo con él, era más valioso escuchar sus versiones siempre entrelazadas con alguna anécdota o experiencia de su vida como reportero y luchador.

Era difícil cruzar con él pocas palabras. Siempre tenía una historia y un argumento que hacía alargar la conversa. Incluso por el chat. En lo personal agradecía su amistad y confianza a pesar de ser de otra generacion. Me agradaba que me compartiera relatos y viejas fotografias de sus épocas de militancia en la Juco y en el partido.

También sus vivencias en el periódico, los debates, su amistad con Manuel Cepeda, la experiencia de la UP. Su vida fue sin lugar a dudas, parte de la memoria de las luchas y el legado que representamos.

Nunca pensé que los últimos mensajes que recibí de él hasta hace pocos días, hacían parte de su despedida. Creía que saldría bien de esta nueva batalla y me lo volvería a encontrar en cualquier lugar para despedirnos como siempre: estamos hablando Viejo Man!

A su familia y a todos quienes lo querían, en nombre de la Dirección de la UP y en lo personal, un abrazo cálido de condolencias y solidaridad. Es un día triste.

Gabriel Becerra